¿Por qué no logramos mejores aprendizajes y mayor logro educativo de nuestros estudiantes?
Tener acceso al sistema educativo es condición necesaria pero no suficiente para que nuestros niños y jóvenes obtengan mejores aprendizajes y mayor logro educativo. Los hallazgos del reciente Informe sobre el Estado de la Educación documentan esta afirmación.
En 2016 apenas un 56% de los jóvenes de entre 15 y 19 años había logrado finalizar noveno año, lo que significa que apenas un poco más de la mitad llega a la educación diversificada y de estos solo el 50% alcanzará a finalizar la secundaria. Otra forma de entender este problema es darle seguimiento a una generación de jóvenes. Por ejemplo, el Informe muestra como del total de muchachos que entraron a sétimo año en el 2012 solo un 45% de estos logró matricular undécimo año en el tiempo esperado, apenas 4 puntos porcentuales más que la genetración de jóvenes que entraron al colegio en el año 2000. Estos resultados encienden las alarmas. Por un lado, deja claro la discontinuidad que existe entre los dos ciclos que conforman la secundaria y por otro, deja claro que a este ritmo le tomará al país varias décadas universalizar la educación diversificada.
Pero nuestros jóvenes no solo tienen bajo logro educativo también lo que aprenden, está lejos de lo que saben los jóvenes de otros países en sus mismas edades y el aprendizaje que obtienen no les permite mejorar habilidades fundamentales para alcanzar un mayor desempeño como personas y ciudadanos a lo largo de la vida y aprovechar mejor las oportunidades. Los resultados obtenidos por los estudiantes de 15 años de Costa Rica en las pruebas del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes conocido como PISA, revelan que en las tres últimas mediciones (2009, 2012 y 2015) el país sigue ubicándose lejos del puntaje promedio obtenido por los países de la OCDE, con diferencias de hasta 90 puntos en la competencia Matemática lo cual equivale, en promedio, a tres años de formación menos para un joven costarricense en relación con un estudiante de un país OCDE. En general, la mayoría de nuestros estudiantes de 15 años se ubican en los niveles bajos niveles de desempeño en destrezas claves como: la comprensión lectora, la resolución de problemas y la indagación científica.
Vistos estos resultados la pregunta inmediata es: ¿por qué no logramos mejores aprendizajes y mayor logro educativo? No hay una respuesta única, la evidencia acumulada hasta ahora por distintos estudios realizados en las últimas ediciones del Informe Estado de la Educación identifican distintos factores asociados al problema que requieren atención, mediante diversas estrategias.
Un primer grupo de factores está relacionado directamente con los estudiantes y los hogares. Las investigaciones indican que suelen obtener bajos resultados aquellos niños o jóvenes que no han asistido al preescolar; han repetido un año; muestran problemas de ausentismo, no les gusta leer o no saben resumir un texto. También aquellos que no le ven utilidad práctica a lo que aprenden en Ciencias o no tienen acceso a materiales básicos para estudiar (cuadernos, por ejemplo) o a las nuevas tecnologías de información y comunicación (Tic). Asimismo, las características y condiciones de los hogares no favorecen el logro de buenos resultados de los estudiantes cuando los padres tienen bajos niveles de escolaridad (primaria o menos) y es poco el apoyo que pueden darle a sus hijos o bien no tienen altas expectativas sobre el desempeño escolar que estos puedan alcanzar. De igual manera ven afectado su rendimiento aquellos jóvenes que tienen que realizar labores domésticas antes de ir al colegio. Frente a estas situaciones el apoyo del centro educativo y los docentes son claves compensar el apoyo que los estudiantes no reciben en sus casas.
Un segundo tipo de factores asociados está asociado directamente con las características de los centros educativos, especialmente en aquellos que tienen serias carencias de infraestructura, se ubican en zonas rurales o pobres; tienen baja dotación de recursos educativos (como Tic) o docentes mal preparados. En esta línea los estudios de observación de clases, identifican que aulas con problemas de infraestructura o niveles de confort bajos o inadecuados (ruido, humedad, luz, temperatura) también indicen en el bajo rendimiento de los estudiantes.
Un tercer tipo de factores está relacionado directamente con los docentes y sus prácticas en las aulas. Aquí se identifican distintos aspectos, por ejemplo en primaria las investigaciones revelan que la impuntualidad de los docentes es un factor que incide en el bajo desempeño de los niños. En secundaria, los docentes que no logran desarrollar metodologías de trabajo participativas que estimulen el trabajo en equipo y permita a los estudiantes valorar las ventajas que esto ofrece también incide en los bajos resultados.
Sobre las dinámicas de clase y el uso del tiempo el capítulo especial del Sexto Informe identificó hallazgos relevantes entre los cuales destacan: la persistencia de metodologías tradicionales en el aula centradas en el docente con poco desarrollo de actividades orientadas a promover la discusión y el debate a lo cual se suma el bajo aprovechamiento de las lecciones debido a la pérdida de tiempo efectivo en tareas no relacionadas con la enseñanza. En este tema un hallazgo relevante fue que las actitudes y comportamientos de los docentes con sus estudiantes se asocian directamente con mayores niveles de aprovechamiento del tiempo efectivo de la lección de ahí que contar con un recurso humano con una formación inicial de alta calidad constituye un factor clave para mejorar los aprendizajes y el logro educativo de los estudiantes. En esta línea, otra investigación en preescolar también corroboró que los docentes que logran interacciones de mayor calidad con sus estudiantes obtienen en ellos mayores niveles de desarrollo cognitivo.
La evidencia acumulada hasta el momento sobre los distintos factores que explican porqué no logramos mejores aprendizajes y resultados es clara y nos da la ventaja como país de establecer una agenda de trabajo muy precisa sobre los aspectos que hay que atender en el corto plazo. La buena noticia es que la mayoría de los factores identificados son temas sobre los cuales el sistema educativo puede incidir y tenemos por delante un nuevo curso lectivo en el 2018 para ponernos a trabajar en ellos.
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