Costa Rica es uno de los países más diversos en especies del mundo. Sin embargo, el conocimiento sobre el estado de la biodiversidad no sido amplio ni sistemático a lo largo del tiempo en el país. A partir de los esfuerzos nacionales para la implementación del Convenio de Diversidad Biológica (CBD), tras su ratificación en 1994, se han realizado algunas acciones para la actualización y recopilación del conocimiento de la biodiversidad, gracias a procesos participativos del sector gubernamental (en particular del MINAE, el SINAC y la CONAGEBIO), del sector académico, con apoyo del INBio y los esfuerzos de sistematización de la información generada por Universidades, Centros de Investigación y representantes de la sociedad civil organizada (Orozco, 2013).
Con el espíritu de ayudar a llenar el vacío en términos del conocimiento y seguimiento del estado de la biodiversidad, el Programa del Estado de la Nación (PEN) en conjunto con al Proyecto Humedales (SINAC-PNUD) organizó en 2015 un taller con expertos en el tema de diferente índole. El taller tenía como objetivo principal discutir la posible aplicabilidad del Índice de Naturaleza usado por Noruega como herramienta para mantener un monitoreo periódico de la salud de sus ecosistemas, a partir del seguimiento de diferentes especies como indicador de biodiversidad. Como principal reto se identificó lograr la coordinación de todas las instituciones que trabajan de una u otra manera esta área, para lograr su aplicación.
En este sentido, el PEN ha analizado las debilidades institucionales que existen en materia ambiental, como es el caso del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC). Esta institución tiene por ley la tutela y cuido de las áreas silvestres protegidas, las cuales resguardan gran parte de la biodiversidad del país. Los funcionarios de las Áreas de Conservación normalmente tienen muchas funciones a su cargo y deben de realizar control y monitoreo en extensiones que sobrepasan las capacidades. Aunque esta institución trabaja muchas veces en conjunto con centros académicos, no siempre existe una transferencia de conocimiento y tecnología que pueda mejorar y facilitar la gestión y cuido de la biodiversidad.
A modo de ejemplo de algunos esfuerzos para ampliar el conocimiento sobre el estado de la biodiversidad, recientemente se concluyó un estudio sobre cómo usar los sonidos o acústica de manatíes (Trichechus manatus manatus) para poder cuantificar los individuos y algunas de sus características (Castro et al., 2015; Castro, 2017). El desarrollo de técnicas como esta es de suma importancia, ya que los manatíes viven en aguas turbias, por lo que visualmente es difícil su identificación. El manatí es un animal insignia en el país, además de ser símbolo nacional está en peligro de extinción. Además, esta especie tiene un papel importante en el ecosistema. En Costa Rica, el SINAC podría implementar la técnica desarrollada sin tener que acceder a caros instrumentos para poder llevar el pulso a la población de este animal y, de este modo, poder tomar acciones si su población llegará a disminuir. En lugares como Tortuguero, la aplicación de esta técnica vendría a apoyar los esfuerzos que se realizan actualmente en monitorear su población.
Más detalladamente, la técnica se basa en identificar los sonidos emitidos por los individuos. El proceso permite aislar y localizar las emisiones vocales de cada individuo. Posteriormente se extraen múltiples características acústicas de cada vocalización detectada para estimar la cantidad de individuos. Este método, además de ser poco invasivo en su hábitat, también tiende a ser más barato que otros más convencionales.
Específicamente, una de las ventajas de este método es el rango de detección, ya que la velocidad de transmisión del sonido en el agua es alrededor de 4 veces más rápida que en el aire, lo que permite tener (según la teoría) rangos de detección acústica de alrededor de 250 metros. Estos rangos están muy por encima de otras tecnologías usadas anteriormente para la detección de estos animales, como por ejemplo los rayos infrarrojos y el sonar (Castro et al., 2015; Castro, 2017). En la figura 1 se muestra cómo es posible identificar la vocalización de un manatí una vez que se aísla el ruido de la toma de sonido.
Figura 1. Espectrograma de vocalizaciones de manatíes antes (parte superior) y después (parte inferior) de aislar el ruido externo (Castro, 2017)
La parte superior de la figura 1(a), muestra patrones de sonido (de color rojo) con una serie de ruido asociado. En la figura 1(b) se aísla exitosamente las emisiones vocales del ruido, las vocalizaciones se observan siempre en rojo y el ruido en celeste. Actualmente, un estudio con características similares al arriba esbozado, pero aplicado en aves, se está realizando con coordinación del autor de dicho estudio (Jorge Castro). Por lo que incorporar estos esfuerzos en programas de monitoreo de biodiversidad en el país están aún a tiempo.