La autocratización en la región CARD: las brasas del pasado que desafían a frágiles democracias
En los años 80, la región de Centroamérica y República Dominicana (CARD) logró aplacar múltiples focos de conflictos político-militares. Hoy, al finalizar el primer cuarto del siglo XXI, vestigios de esos conflictos renacen de las brasas y representan un grave riesgo para los sistemas políticos de la región. Son como dice el adagio popular: “donde hubo fuego, cenizas quedan”. Aunque la primera edición del Informe Estado de la Región (1999) señalaba con optimismo la superación de décadas de autoritarismo y conflictos armados, la más reciente entrega (2025) reporta retrocesos regionales de gran magnitud y profundidad durante el periodo 2018-2023.
El “laboratorio político”: entre el experimento y el ensayo del poder
El Informe Estado de la Región reconoce que, en la actualidad, la región CARD es un laboratorio político. En ella coexiste una gran diversidad de regímenes políticos (mapa 1), un hecho llamativo para un pequeño espacio geográfico que mantiene fuertes lazos históricos, económicos, sociales, culturales y políticos. Es a la vez, un hecho preocupante, pues la diversidad de sistemas políticos limita los acuerdos y la coordinación necesaria para la gestión de las dinámicas compartidas del desarrollo en la región, aquellas que trascienden las fronteras entre los países.
Mapa 1.
Las brasas de un pasado que vuelven a arder
La adversa coyuntura política ha generado lo que el Estado de la Región 2025 denomina como diáspora interna, es decir, la dispersión de la voluntad política para articular acciones regionales que permitan enfrentar desafíos estratégicos comunes, como la crisis climática o la penetración del crimen organizado. Abordar estos retos requiere abrir espacios para la cooperación intrarregional que son muy débiles o no existen del todo en la actualidad.
Uno de los factores determinantes de esta grave coyuntura es la autocratización de varios sistemas políticos en CARD, es decir, la transición a un sistema donde una persona concentra el poder absoluto. Esa tendencia ha erosionado o anulado por completo la posibilidad de contar, en algunos países, con libertades, derechos y garantías para la convivencia democrática.
Aunque los retrocesos democráticos también se han dado en otras regiones del mundo, su magnitud es menor en comparación con la región y se producen a partir de logros democráticos mayores a los de Centroamérica y República Dominicana. En El Salvador y Nicaragua, la magnitud y la profundidad de los retrocesos son tales que la situación actual es similar a las peores épocas de inestabilidad y conflicto político que vivieron en la segunda mitad del siglo pasado.
La regresión en CARD se manifiesta en múltiples dimensiones: la erosión de los contrapesos institucionales coincide con las restricciones a libertades fundamentales, como la libertad de prensa y organización, y con una cultura política de la población que combina actitudes democráticas con otras que favorecen el autoritarismo.
Estas posiciones y actitudes sobre la política, es lo que el Informe llama perfiles de apoyo o rechazo de la democracia (gráfico 1). En casi todos los países, el perfil con mayor presencia entre la población es el “populista”, es decir, personas que dicen apoyar a la democracia pero respaldan la concentración de poder en un líder que resuelva los problemas del país, aún a costa de vulnerar las reglas de la democracia, la Constitución y el ordenamiento jurídico vigente. Este grupo es particularmente grande en El Salvador (55.2% del total de la población), en comparación con los demás países en los que oscila entre el 37% y 42% en la mayor parte de ellos.
Gráfico 1.

Las posiciones contrarias a la democracia coinciden con otras actitudes como el apoyo a restringir la oposición política. En El Salvador (51%), Costa Rica (47%) y República Dominicana (46%), una proporción cercana o superior al 40% de la población está a favor de que el presidente limite la voz y el voto de los partidos de oposición para el “progreso del país”.
Fortalecer la democracia para evitar que las brasas desaten el fuego
Ante esta encrucijada y el riesgo de profundizar la autocratización de los sistemas políticos, el Informe llama a revalorar la democracia para contener las brasas y evitar que se conviertan en fuego. La democracia se erosiona y pierde legitimidad para la población si no tiene capacidad para promover el desarrollo humano sostenible y el bienestar de las personas. Por eso es urgente fortalecerla y utilizar los instrumentos que ofrece para, sin sacrificar libertades y derechos, para lograr los acuerdos políticos que se necesitan para resolver los problemas de la población e impulsar el desarrollo humano sostenible.
“Quien juega con fuego, se quema”, dice el refrán
Anteriormente, la región vivió épocas en que regímenes autoritarios cobraron vidas, provocaron profundos retrocesos económicos y sociales, y erosionaron la convivencia. Por esa razón, es necesario, en primer lugar, trascender las visiones limitadas de democracia como mecanismo electoral y tomar conciencia de que participar en las elecciones es importante, pero que ello conlleva ejercer el derecho y la responsabilidad de pedir cuentas a las personas electas para que cumplan con sus promesas electorales. El rumbo del Estado y de sus instituciones depende de cuan vigilante, exigente y atenta esté la ciudadanía para asegurar que las prioridades del gobierno de turno respondan a las necesidades y prioridades de la población. Allí podría estar la clave que permita aplacar brasas y evitar que el fuego vuelva a arder.
Referencias bibliográficas
Programa Estado de la Nación. (2025a). Implicaciones de vivir en democracia:
Regímenes y cultura política en Centroamérica y República Dominicana. Informe Estado de la Región, Volumen II. Conare, San José.
Programa Estado de la Nación. (2025b). Sinopsis y retos y oportunidades de la adaptación al cambio climático. Informe Estado de la Región, Volumen III. Conare, San José.