Desafíos y oportunidades para fortalecer la integración regional de Centroamérica y República Dominicana
Al cumplirse 30 años de la creación del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), el Sexto Informe Estado de la Región (2021) señala que si bien es posible reconocer resultados tangibles del proceso, en la actualidad existen evidentes signos de agotamiento político y falta de liderazgo.
Este agotamiento se da en el peor momento, pues en el entorno regional e internacional que la acción conjunta es cada vez más importante y necesaria, tal como lo evidenció la pandemia junto con otros fenómenos como el cambio climático, la volatilidad de la economía internacional, las migraciones transregionales y las dinámicas del narcotráfico y el crimen organizado.
El Informe señala que el agotamiento político se debe fundamentalmente a la falta de compromiso de los estados miembros, principales socios del proceso de integración, tal como lo evidencia la disminución en la cantidad de reuniones presidenciales durante los últimos años y la poca participación de los presidentes o jefes de estado en esos encuentros.
Esa escasa prioridad política de la integración para los gobiernos también es clara si consideramos que las cuotas de los países cubren apenas la mitad del presupuesto ordinario de la institucionalidad regional y hay una persistente morosidad en el pago de dichas cuotas, lo cual agudiza su dependencia de la cooperación internacional tanto para el financiamiento de las nuevas iniciativas o proyectos, como para el funcionamiento de los costos ordinarios de operación.
No obstante, tal como lo señala el Informe, es necesario reconocer que ese agotamiento no es generalizado. El SICA es un ecosistema institucional muy diverso en el que coexisten instituciones robustas y bien financiadas, como las del subsistema económico, con otras deficitarias como las de los subsistemas social y ambiental y altamente dependientes de la cooperación internacional.
Dentro de los ámbitos de la integración con capacidades institucionales robustas y logros tangibles, se pueden mencionar, por ejemplo, la compra conjunta de medicamentos el Consejo de Ministros de Salud de Centroamérica (Comisca), por medio de la cual los sistemas de salud de los países ahorraron cerca de 90 millones de dólares durante el periodo 2011-2019 gracias a los mayores márgenes de negociación que tuvieron con los proveedores que dicho mecanismo les permitió.
Además, Cocesna, una institución regional, permite la gestión del espacio aéreo con altos estándares de seguridad que han sido reconocidos internacionalmente y el Sistema de Interconexión Eléctrica para Países de América Central (SIEPAC) opera un mercado eléctrico regional que permite a los países vender excedentes y comprar energía para satisfacer sus necesidades de consumo, la mayoría de fuentes renovables.
Finalmente, cabe destacar que con motivo de la pandemia el SICA promulgó el Plan de Contingencia Regional, luego de que la Secretaría General convocara a una reunión extraordinaria con los jefes de Estado de la región, pocos días después de la detección del primer caso de Covid en la región (en marzo del 2020).
Ello permitió sobre todo la coordinación con otras instituciones regionales y la difusión de información, la habilitación de fondos y líneas de crédito, compras o donaciones, aunque esas últimas medidas fueron las menos.
Estos y otros resultados tangibles del proceso de integración regional dan cuenta del potencial de la acción conjunta para optimizar esfuerzos y recursos en áreas de interés común. Ello podría ser estratégico para impulsar el desarrollo humano sostenible y mejorar los márgenes de maniobra de países pequeños con situaciones fiscales comprometidas como los nuestros, frente a dinámicas trasnacionales y globales en los que cada uno de ellos, actuando por separado, tiene muy poca o nula capacidad para enfrentar o incidir.
La pregunta es, ¿cómo fortalecer la integración regional?, ¿cómo potenciar los resultados de la acción conjunta?
Uno de los principales desafíos del proceso es que los Estados apuesten por la integración regional como plataforma para la convergencia y aplicación de políticas públicas en temas de interés común. La movilización de esta voluntad política sería poco factible sin una presión desde la ciudadanía, sector privado, sociedad organizada, y aliados externos, como las agencias de cooperación.
El Informe también llama la atención sobre la importancia de retomar la largamente postergada reforma institucional para evitar duplicidades, facilitar la coordinación interinstitucional e intersectorial y potenciar los resultados en aquellos ámbitos que resulten prioritarios para los países. Ello podría implicar, en algunos casos, ajustes en la normativa para agilizar la toma de decisiones y acuerdos.
Finalmente, un factor crucial de esta reforma institucional es fortalecer la transparencia y rendición de cuentas así como los mecanismos de seguimiento y evaluación de los acuerdos y políticas, estrategias y planes regionales. Ello pasa por la producción y difusión de información sobre el quehacer y los resultados tangibles del proceso pero también por definir objetivos y metas claras y medibles, así como responsables y plazos para la implementación de las acciones.
El Informe Estado de la Región (2021) encontró que existe un alto reconocimiento sobre la importancia de “lo regional”, así como generalizadas disposiciones integracionistas entre líderes sociales y políticos centroamericanos, así como entre personas de alto nivel educativo en la región, este constituye un activo político de gran valor para emprender las acciones necesarias para el fortalecimiento de la integración regional de Centroamérica y República Dominicana y para potenciar y ampliar los beneficios tangibles para los cerca de 68 millones de habitantes de la región.