viernes 27 marzo, 2020

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Brechas que dificultan el aprendizaje durante la pandemia del COVID-19

El sistema educativo ha sido uno de los primeros afectados por la actual pandemia del COVID-19. La suspensión de clases para más de un millón de estudiantes genera importantes desafíos si queremos evitar que se incrementen las brechas de aprendizaje entre esta población, en especial en aquellos que provienen de los hogares más vulnerables.

¿Por qué la situación es preocupante? porque el 99% de las personas que provienen de hogares de climas educativos bajos y asisten a la educación van a los centros públicos, es decir, la mayoría vive en hogares con población adulta que tiene primaria o menos, tal y como lo ha documentado el Informe Estado de la Educación. Esto significa que una cantidad muy importante de niños, niñas y adolescentes que hoy están en sus casas tendrán dificultades para contar con los apoyos académicos necesarios por parte de sus familias.

Para subsanar esta situación es fundamental que la población estudiantil mantenga contacto regular con el cuerpo docente. En las condiciones actuales, donde el Ministerio de Salud recomienda permanecer en las casas, la única forma de lograr ese contacto es hacerlo de manera virtual, pero aquí enfrentamos brechas importantes, relacionadas con el acceso a los medios digitales. Entre las personas de 5 a 18 años que asisten a la educación y que viven en los hogares de mayor ingreso, el 80% tiene buena conexión a internet, mientras que entre los más pobres disminuye a solo el 37%. Para muchos estudiantes la conectividad se logra solo por el celular: entre los más pobres (1º quintil) el 48% solo accede al internet por el celular y un 10% no tiene ninguna conexión (véase el gráfico 1). Si bien el celular es un medio clave para la comunicación, no es siempre el más idóneo para que los docentes faciliten recursos educativos diversos y den seguimiento al aprendizaje de sus estudiantes.

Otro elemento importante que complica también la virtualización de las clases es la brecha existente en el manejo de las nuevas tecnologías para la enseñanza entre los docentes que sí lo hacen y los que no. Este es un tema sobre el cual el Estado de la Educación ha insistido que debe atenderse y que en esta coyuntura es un factor más que juega en contra de las oportunidades de aprendizaje de la niñez más vulnerable.

Las brechas señaladas hacen que quienes estudian en los centros educativos públicos estén en mayores desventajas respecto a la población estudiantil que asiste a centros privados, que es la minoría (apenas el 7% de población matriculada, según los registros del MEP). Es por ello que si no se actúa las diferencias de aprendizaje entre ambos sectores podrían ampliarse significativamente, en las actuales circunstancias.

Para atender estos desafíos de equidad hay tareas urgentes que acometer con apoyo de los distintos actores públicos y privados. En materia de calidad, el Ministerio de Educación y las universidades pueden apoyar al personal docente y a las familias con diversos recursos educativos, guías de trabajo y capacitación que promuevan los aprendizajes y estimulen un cambio de mentalidad en el uso de los recursos tecnológicos como aliados de la enseñanza. El sector privado, puede también sumarse a estos esfuerzos con un conjunto de iniciativas novedosas que ya existen en estas líneas como por ejemplo Amigos para el Aprendizaje, PANIAMOR, Carretita Cuentera, GUIARE y otros.

La situación actual también ofrece oportunidades para que más docentes se atrevan a usar nuevos recursos de aprendizaje, le pierdan el miedo a la tecnología y exploren nuevas posibilidades que el internet ofrece para ampliar los recursos educativos que ofrecen a sus alumnos. Un hallazgo esperanzador del Sexto Informe (2017) es que las y los docentes encuestados para un estudio sobre desarrollo profesional indicaron que mientras están en sus hogares, ingresan a internet tanto desde la computadora (78%) como a través del celular (77%). También destaca como positivo que la mayoría la usan con frecuencia: el 68% diariamente, el 18% de 3 a 4 días por semana y el 11% de 1 a 2 días semanales (EE: 2017).

Estos esfuerzos son importantes y fundamentales pero serán limitados si en materia de acceso no damos un salto cualitativo hacia un servicio de internet de banda ancha que permita una mejor y más amplia conectividad en los hogares. En esta materia, el apoyo de FONATEL y el ICE es clave.

Todas estas tareas adquieren particular relevancia en la actual coyuntura en la que, como es claro, solo el trabajo conjunto y solidario de todos los sectores permitirá hacer la diferencia. No debemos olvidar que estamos frente a una generación de estudiantes que en menos de dos años enfrenta una nueva suspensión de clases y que las consecuencias de no actuar a tiempo las veremos en un futuro no tan lejano.

Referencias bibliográficas

INEC. Encuesta Nacional de Hogares. En: https://www.inec.cr/encuestas/encuesta-nacional-de-hogares, 2019.

PEN. Informes Estado de la Educación Costarricense. En: https://estadonacion.or.cr/informes/

Román Vega Isabel

Autor:

Román Vega Isabel

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