Desarrollar destrezas, habilidades, valores y actitudes a través de una educación inclusiva y equitativa les ayuda a las personas jóvenes a poder decidir con autonomía y responsabilidad el tipo de vida que desean. Pero ¿logramos propiciar e impulsar estas condiciones en Costa Rica? La respuesta es un no para cerca del 40% de la población de 18 a 35 años, pues no han logrado completar la secundaria.
En el plano normativo el país declaró desde 2011 la obligatoriedad de la educación diversificada en secundaria, es decir, que la juventud costarricense asistiera a los niveles de décimo, undécimo, y duodécimo (en la educación técnica). Se realizaron importantes esfuerzos en materia de inversión educativa que propiciaron que las tasas de asistencia, la permanencia y el logro educativo mejoraran en la última década[i].
No obstante, a pesar de lo anterior[ii], persisten importantes rezagos en la cantidad de años de instrucción formal (primaria y secundaria) para la población joven mayor de edad. Según el gráfico 1, el 23,3% tiene secundaria incompleta, la mayoría quedó a lo sumo con sétimo, octavo o noveno año (16,7% del total). Además, un 16,2% tiene primaria completa o menos, lo cual ayuda a redimensionar la magnitud de la situación.
Como opción para resolver la desigualdad de las oportunidades educativas, cada cierto tiempo surgen iniciativas que buscan modificar o incluso erradicar las pruebas de certificación de conclusión de la educación diversificada, sin embargo, el problema no está ahí. Es mucho más grande, severo y complejo, pues como evidencia el gráfico 1 parte de la población joven ni siquiera logra llegar a ese último año de secundaria.
¿Puede cambiar esta situación? Sí. Acotando las edades de 18 a 24 años, cuando se analiza la condición de estudio y empleo se encuentra que el 44% de la población asiste a la educación (37% al colegio). No obstante, del restante 56% que no asiste a la educación el 27% está desempleada o fuera de la fuerza de trabajo, tal y como se aprecia en el gráfico 2. Para este grupo, los principales motivos de inasistencia están relacionados con el cuido de personas (28,2%), no tener interés en el aprendizaje formal (13,4%), que le cuesta el estudio (12,2%), que no puede pagarlo (10,9%) o que prefiere trabajar (10%).
En el grupo de 25 a 35 años la proporción de personas ocupadas aumenta, también lo hacen aquellas que no estudian ni trabajan de manera remunerada. Aunque no se tiene información de los motivos de la no asistencia a la educación, nuevamente una proporción importante se vincula a las obligaciones del trabajo no remunerado en el hogar, especialmente en las mujeres. Además, el 54% de la población en este grupo de edad tiene a cargo o comparte la jefatura de un hogar. Conforme transcurren los años de desvinculación del estudio, menor es la probabilidad de retornar a una institución educativa.
¿Cuál es uno de los principales efectos de no terminar la secundaria? El riesgo de caer en vulnerabilidad socioeconómica que enfrentan estas personas. El gráfico 3 muestra que la incidencia de pobreza multidimensional es mayor entre las personas jóvenes con secundaria incompleta o menos (39%,3) versus aquellas que sí la terminaron (10,7%). Además, más de la mitad de las personas sin secundaria completa sufrieron dificultades para pagar los servicios y comprar los alimentos en el año 2021.
Por otro lado, la cuarta revolución industrial trae consigo procesos de automatización para muchas tareas que actualmente realizan las personas. Con ello desaparecerán muchas ocupaciones, siendo el grupo de calificación media el que más riesgo de sustitución tiene.
De ahí la importancia de desarrollar estrategias de atención diferenciadas y un abordaje coordinado desde distintas instituciones que incluya los ejes en lo educativo y lo laboral, junto con un componente emocional que incluya trabajo psicosocial y comunitario, iniciativas valorizantes y aprovechamiento de organizaciones de confianza para las juventudes (Román et al. 2019). Caso contrario se estaría perpetuando el círculo vicioso de bajo nivel educativo y vulnerabilidad social, que no solo los impactaría a ellos, sino también a su descendencia (actual o futura). Ya que el nivel educativo de los padres está altamente correlacionado con el éxito académico de sus hijos e hijas.
En síntesis, es clave atender con sentido de urgencia a los grupos que superan la mayoría de edad pero todavía son jóvenes para impulsarlos a avanzar en sus estudios o desarrollar competencias que favorezcan sus condiciones en el mercado laboral y evitar que caigan o se mantengan en condición de pobreza. Es decir, no resignarse a que quedaron atrás. Los riesgos de no atender estos desafíos para el país son muy altos ya que sobre esta generación y la futura descansa la capacidad de sostener logros en desarrollo humano alcanzados por Costa Rica a la fecha. ¡Qué no se nos quede otra generación de jóvenes atrás![iii]
Referencias bibliográficas
INEC. 2021. “Encuesta Nacional de Hogares Julio 2021. Resultados Generales”. En: <https://bit.ly/3rAwNPA>.
ONU. 2018. “La Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible: una oportunidad para América Latina y el Caribe”. En: <https://bit.ly/2UtPJwT> .
Román, M.; Fournier, M., Murillo, D. 2019. “Patrones y factores asociados a la exclusión educativa y del mercado laboral en zonas con un alto grado de vulnerabilidad social en los distritos de Limón, Siquirres y Pavas: Factores asociados a la exclusión, logro educativo, empleabilidad e inserción laboral de jóvenes”. En: <https://bit.ly/3rAnG12>.
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[i] La calidad es un tema importante y complejo que también ha sido abordado desde distintos enfoques en el Estado de la Educación pero que no está dentro de los alcances de este Blog.
[ii] El país ha hecho enormes esfuerzos por nivelar la “cancha”, pero enfrenta desafíos persistentes que no se solucionan de un año para otro, sino que deben ser sostenidos en el tiempo. Es importante que se le preste atención requerida al desgranamiento en la oferta tradicional, principalmente en secundaria, que opera como un sistema de goteo donde poco a poco se van minando las oportunidades para miles de personas jóvenes.
[iii] “No dejar a nadie atrás” es un lema de una campaña impulsada por Sistema de las Naciones Unidas para informar sobre la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible los cuales apuntan a una educación inclusiva y equitativa de calidad y la promoción de oportunidades permanentes para todos (Naciones Unidas, 2018).